La Gesta de la Igualdad: 15 años del Matrimonio Igualitario

El 15 de julio de 2010, Argentina no solo hizo historia al convertirse en el primer país de América Latina y el décimo en el mundo en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Aquella madrugada, el país sentó un precedente que trascendió las fronteras, garantizando plenamente el derecho a la adopción y equiparando derechos y obligaciones para todas las parejas. Más que una reforma legal, fue el puntapié inicial de una revolución de derechos que visibilizó a la comunidad LGBTIQ+ como un actor político legítimo, abriendo camino a la Ley de Identidad de Género de 2012 y el reconocimiento del Género No Binario en el DNI.  

Los Primeros Pasos del Orgullo: De la Represión a la Visibilidad

El camino hacia la igualdad no fue lineal. Se forjó sobre décadas de lucha en un contexto donde la homosexualidad era criminalizada y patologizada. En las décadas de 1960 y 1970, grupos pioneros como Nuestro Mundo (1967-1971) emergieron, apropiándose tácticamente del discurso médico para denunciar la represión policial y buscar la despenalización. Este enfoque pragmático buscaba la supervivencia en un entorno hostil.  

Un giro radical llegó con el Frente de Liberación Homosexual (FLH, 1971-1976), que se alió con movimientos de izquierda y abandonó la estrategia victimista para introducir el discurso político del «orgullo». Este cambio fue crucial: de buscar compasión, el movimiento pasó a exigir respeto y dignidad.  

Con la vuelta a la democracia en 1984, nació la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), fundada por activistas como Carlos Jáuregui y César Cigliutti. Su objetivo principal fue combatir la represión y los edictos policiales heredados de la dictadura. La CHA se convirtió en la primera asociación LGBTIQ+ de Argentina y América Latina en obtener personería jurídica en 1992, un paso fundamental para su legitimación.  

La visibilización alcanzó un nuevo nivel con la Primera Marcha del Orgullo Gay-Lésbico-Trans en Argentina, el 2 de julio de 1992. Alrededor de 300 personas participaron, muchas con máscaras de cartón para evitar ser reconocidas, reflejando el temor aún presente. La consigna «Libertad, Igualdad, Diversidad» encapsuló las aspiraciones del movimiento, y desde entonces, la Marcha del Orgullo se ha celebrado ininterrumpidamente, evolucionando sus consignas para reflejar demandas crecientes, como «¡Ley de Identidad de Género ya!» en 2011.  

La Unión Civil: Un Puente hacia la Igualdad Plena

Antes del matrimonio igualitario, la ley de unión civil sentó un precedente crucial. El 28 de agosto de 2001, la CHA presentó un proyecto de ley de unión civil en la Legislatura porteña. El proceso fue arduo, con oposición de instituciones como la Universidad Católica Argentina. El debate en la Legislatura el 12 de diciembre de 2002 fue tenso, con intentos de romper el quórum y una amenaza de bomba por parte de grupos opositores. A pesar de ello, la ley fue sancionada a las 5:25 de la mañana y promulgada el 17 de enero de 2003.  

El 18 de julio de 2003, Marcelo Suntheim y César Cigliutti (CHA) se convirtieron en la primera pareja de hombres latinoamericanos en unirse civilmente, en una ceremonia televisada con gran repercusión. Poco después, María Rachid y Claudia Castro (FALGBT) también formalizaron su unión. El éxito en CABA impulsó su adopción en otras jurisdicciones, como Río Negro (2003) y ciudades de Córdoba. Estas leyes, aunque no otorgaban todos los derechos del matrimonio, fueron un paso legal y social crucial, demostrando la viabilidad del reconocimiento de parejas del mismo sexo.  

La Batalla en el Congreso: Un Debate Apasionado

Con el precedente de las uniones civiles, la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT) lanzó la campaña nacional «Los mismos derechos, con los mismos nombres». En mayo de 2007, el diputado socialista Eduardo Di Pollina presentó el primer proyecto de ley de matrimonio entre personas del mismo sexo en Diputados, con el respaldo de la FALGBT. En octubre de ese año, la senadora Vilma Ibarra presentó un proyecto similar en el Senado, elevando el debate a la Cámara Alta.  

El debate parlamentario fue uno de los más «acalorados» y «álgidos» de la historia argentina, extendiéndose por 14 horas en el Senado. Los argumentos a favor se centraron en la igualdad y no discriminación, la ampliación de derechos (incluida la adopción), la naturaleza social y dinámica del matrimonio, y precedentes históricos de lucha por la igualdad. Se destacó que el matrimonio es una construcción social que debe adaptarse a la evolución de la sociedad, y que su esencia es el amor y el compromiso.  

Los argumentos en contra, liderados por la jerarquía de la Iglesia Católica y sectores evangélicos, se basaron en la defensa de la «familia tradicional» (unión «natural» entre hombre y mujer para la procreación), el supuesto «derecho del niño» a tener padre y madre, y la amenaza de «objeción de conciencia». La jerarquía católica llegó a hablar de una «guerra de Dios» para detener la ley.  

Voces Cruzadas y el Rol de los Medios

El debate expuso divisiones políticas, con la mayoría de votos a favor provenientes del kirchnerismo, el radicalismo y la centroizquierda, mientras que la oposición se concentró en el Peronismo Federal y algunos gobernadores.  

La fuerte oposición de la jerarquía católica y evangélica contrastó con el pluralismo religioso que emergió. Grupos de sacerdotes católicos progresistas (como el Grupo Sacerdotal Enrique Angelelli y el de la Diócesis de Quilmes), iglesias protestantes históricas y rabinos judíos se pronunciaron a favor, argumentando que la fe era compatible con la igualdad y que no existía un «pensamiento único» en la Iglesia. La FALGBT impulsó alianzas con estos actores para «fisurar la extendida percepción de que todas las religiones se oponían».  

Los medios de comunicación jugaron un rol fundamental. Aunque inicialmente algunos tuvieron un tratamiento «amarillista», evolucionaron hacia un enfoque de derechos, «alfabetizándose jurídicamente» y utilizando un lenguaje más inclusivo. Contribuyeron a «naturalizar la temática y al reconocimiento social», mostrando las carencias del colectivo LGBTIQ+ y humanizando el debate a través de historias personales.  

El Legado y los Desafíos Futuros


Desde 2010 hasta julio de 2020, más de 20.000 parejas del mismo sexo se casaron en Argentina. Solo en la Ciudad de Buenos Aires, se celebraron 5.924 matrimonios igualitarios hasta junio de 2020. La ley también garantizó el derecho a la adopción. Casos como el de Ariel Vijarra y Damián, el primer matrimonio igualitario en adoptar a través del RUAGA de Santa Fe, o la adopción de dos menores por un matrimonio igualitario en Río Grande en 2015, marcaron hitos.  

La Ley de Matrimonio Igualitario fue el «puntapié inicial» de una serie de conquistas. Demostró la viabilidad política de los derechos LGBTIQ+ y sentó un precedente para la igualdad, impulsando la  Ley de Identidad de Género (2012), la incorporación del Género No Binario en el DNI (2021), y el Cupo Laboral Travesti-Trans. Incluso antes, en 2008, ANSES ya había reconocido la pensión por fallecimiento a parejas del mismo sexo.  

Imagen ilustrativa generada con IA

A pesar de estos avances, la lucha por la igualdad plena continúa. Persisten desafíos como la discriminación laboral (aunque prohibida por decretos desde 2006 y 2020) , el homoodio y la transfobia. La falta de acceso a la educación y al trabajo para poblaciones vulnerables, como las personas trans, sigue siendo una deuda social. La «salida del clóset» continúa siendo un desafío en muchas realidades familiares y sociales. El «orgullo», gestado en décadas de resistencia, sigue siendo la bandera para defender los derechos conquistados y avanzar hacia una sociedad donde cada persona pueda ser quien es con total libertad y sin cargar con el peso de la discriminación.

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