El 3 de junio de 2025 se cumplen 10 años de la primera marcha de Ni Una Menos, un movimiento feminista que marcó un antes y un después en la lucha contra la violencia de género en Argentina y se expandió a nivel internacional. Surgido en 2015 como respuesta a una serie de femicidios que conmocionaron al país, como el asesinato de Chiara Páez, una adolescente de 14 años en Santa Fe, Ni Una Menos se convirtió en un grito colectivo que reunió a cientos de miles de personas en las calles argentinas y resonó en América Latina y más allá.
Origen y contexto: un movimiento nacido del hartazgo
Ni Una Menos emergió el 3 de junio de 2015, cuando una movilización masiva, convocada inicialmente a través de redes sociales por un grupo de mujeres periodistas, escritoras, activistas y artistas, reunió a unas 500 mil personas en 80 ciudades de Argentina. La consigna «Ni Una Menos» —inspirada en la frase de la poeta mexicana Susana Chávez— se transformó en un lema contra los femicidios y la violencia machista, visibilizando un problema que, hasta entonces, era frecuentemente naturalizado. El femicidio de Chiara Páez, asesinada por su novio mientras estaba embarazada, fue el detonante que galvanizó la indignación social.

En su primera marcha, Ni Una Menos presentó cinco demandas clave al Estado: presupuesto adecuado para la implementación de la Ley 26.485 de Protección Integral contra la Violencia de Género, estadísticas oficiales sobre femicidios, apertura de oficinas de violencia doméstica en todas las provincias, garantías de protección para las víctimas y capacitación en perspectiva de género para funcionarios públicos.
Impacto y logros: una transformación social y política
A lo largo de esta década, Ni Una Menos ha sido un motor de cambios profundos en la sociedad y la legislación argentina. Entre sus logros más destacados están:
Mayor visibilización y conciencia social: El movimiento rompió el silencio en torno a la violencia de género, trasladando el debate desde los márgenes feministas a la conversación cotidiana. Cambió la percepción pública, haciendo que conductas antes normalizadas, como el acoso callejero o la violencia doméstica, fueran cuestionadas.
Avances legislativos: Ni Una Menos fue un catalizador para la legalización del aborto en 2020 (Ley 27.610), un hito en la lucha por los derechos reproductivos. También impulsó la implementación de la Ley Micaela (Ley 27.499), que obliga a la capacitación en género para funcionarios públicos, adoptada por el 93,3% de las universidades argentinas para 2020.
Creación de instituciones y registros: Como respuesta a las demandas del movimiento, se creó el Registro Nacional de Femicidios de la Corte Suprema, que sistematizó datos sobre violencia de género. En 2020, se estableció el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, aunque su continuidad está en riesgo bajo el actual gobierno.
Expansión internacional: Ni Una Menos inspiró movimientos similares en países como Chile, Perú, México y España, consolidándose como una «alianza continental de fuerzas feministas». Su presencia en redes sociales, con el hashtag #NiUnaMenos, amplificó su alcance global.

El contexto actual: desafíos en la Argentina de Milei
A una década de su surgimiento, Ni Una Menos enfrenta un escenario complejo bajo el gobierno de Javier Milei, que asumió en diciembre de 2023. La reacción ultraconservadora y las políticas de ajuste han generado retrocesos en las políticas de género.
El movimiento también enfrenta desafíos internos, como la necesidad de articular respuestas efectivas para acompañar a las víctimas tras las denuncias y evitar nuevos femicidios. Mabel Bianco, presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer, ha señalado que, pese a los avances, «no hay tiempo, no nos pueden seguir matando».
Voces del movimiento: un balance agridulce
María Pía López y Marta Dillon, en un artículo reciente, destacan que Ni Una Menos transformó la rabia colectiva en una fuerza política que no solo combatió los femicidios, sino que también cuestionó el neoliberalismo y sus impactos en los cuerpos de mujeres y disidencias. Sin embargo, advierten que la actual coyuntura política, marcada por el ascenso de discursos ultraconservadores, exige mantener la lucha en las calles.
Por su parte, la periodista Marcela Ojeda, una de las impulsoras originales, subraya que Ni Una Menos «no es una efeméride, es una herida abierta». La persistencia de la desigualdad de género y los femicidios refuerzan la vigencia del lema «Acá estuvimos, acá estamos, acá estaremos».
