Lo que empezó como una denuncia por ataques discriminatorios en la cancha terminó con la renuncia de Nicolás Mardones a su equipo, el Club Palermo Bajo en Córdoba. El jugador decidió dar un paso al costado tras sentir que las autoridades de su propia institución y de la Federación Cordobesa de Hockey le soltaron la mano. «Decido alejarme por todo lo que sucedió y porque desde el club no recibí absolutamente ningún apoyo», disparó el joven en un mensaje a sus compañeros.
La polémica estalló tras un partido contra el Córdoba Athletic. Según relató Mardones, recibió constantes comentarios homofóbicos por parte de sus rivales que escalaron hasta un «bochazo» intencional en su pie. Al intentar buscar protección en la árbitra, Yael Salinas, solo encontró indiferencia y una amenaza de sanción si seguía reclamando. La impotencia lo llevó a reaccionar mal y terminó expulsado, pero el trasfondo es mucho más profundo: la normalización de la violencia hacia las identidades LGTTTBIQ en el ámbito deportivo.

Sin embargo, el apoyo institucional que esperaba nunca llegó. Mardones denunció que las disculpas que le ofrecieron los dirigentes fueron «solo para que no siga hablando del tema» y tildó al club de ser un espacio «machista y homofóbico». Esta falta de compromiso institucional choca de frente con las recomendaciones de organismos públicos que piden visibilizar estas problemáticas con un enfoque de derechos humanos y no simplemente como un conflicto menor. La salida de Nico deja una mancha en el deporte cordobés de cara al 2026.
Lejos del hostigamiento, el jugador encontró refugio en la Patagonia. Actualmente se instaló en Esquel, Chubut, donde el Club Asociación Española lo recibió «con los brazos abiertos» para dar clases de pelota paleta. Allí, y en el Club Cordillerano Esquel, encontró el respeto que le negaron en su ciudad natal: «Saben de la situación y supieron darme el espacio y el lugar para poder seguir entrenando», relató, destacando también la contención que recibió de sus pares del Club Municipal de Córdoba en los momentos más oscuros.

A pesar del golpe, Mardones dejó en claro que esto no es un retiro definitivo. Aunque admitió que le costará volver al 100%, aseguró que está recuperando la disciplina y la motivación para regresar mejor que nunca. «Voy a seguir mi lucha, no voy a terminar mi carrera deportiva así; estoy recuperando energías para seguir mis sueños», afirmó con determinación, transformando el mal trago en un impulso para cumplir sus objetivos como deportista.
La renuncia de Nico es un llamado de atención urgente para las federaciones. Mientras los dirigentes opten por el silencio y la inacción ante la discriminación, el deporte seguirá perdiendo a sus mejores promesas. La historia de Mardones demuestra que, ante la falta de respuestas institucionales, la red de contención entre pares y el cambio de aire pueden ser la clave para no bajar los brazos.




