La aparición del personaje de Pocholo (Homero Cárpena) en Los tres berretines (1933, Enrique Telémaco Susini) supone la primera aparición en el cine argentino del mariquita amanerado que inaugura una descendencia que se continúa en vestuaristas, modistos, mayordomos, coristas y bailarines que serán focos de burla y ridiculización en comedias populares.
El mariquita, fue como en el caso de las películas de Hollywood, la primera representación de la diversidad de género en el cine. Es también la más perdurable. Aparece como un recurso infalible para hacer reír y ser el blanco de todas las burlas. Está despojado tanto de la masculinidad como de los espacios de poder y de la dominación masculina. Es tolerado siempre y cuando circule en universos predeterminados adoptando roles sumisos, pasivos, o desprestigiados socialmente a los que la misma dominación machista suele relegar a la mujer.
La de la mariquita fue la imagen más perdurable. Así se pensaba que eran los gays y en eso contribuyó la imagen cinematográfica. Siempre tranquiliza poder identificar y describir estereotipadamente al otro para definirse a unx mismx, a las sexualidades y a las formas de ser normal. Por otra parte, se le asignaba un rol social que no ponía en tela de juicio a la dominación heteronormativa, machista. sin embargo, otra forma de vida, otro género parecía ser visible. Uno podía reconocerlo en el cine y también en la vida. Eso quizás contribuía a humanizarlos. si bien se los aceptaba desde un lado lateral, es cierto que esos mariquitas , en el cine y en la vida, contribuían a hacer reír a la gente, a volver la vida más cómica, a darle alegría.
Artículo orginal: Cecilia Dumont